Las realidades a las cuales puede acceder un terapeuta akáshico abarcan un mundo de 10 dimensiones. Es la cantidad de dimensiones en las cuales son «grabados» los Registros Akáshicos, desde el punto de vista energético. Mientras nuestro mundo material se desempeña en solo tres dimensiones, el Terapeuta puede acceder a 7 dimensiones más… y por ese motivo podemos decir que puede ver los 7 planos de la realidad.
Es importante describir ahora cuáles son estos 7 planos, porque en ellos reencontraremos los 7 planos de la voz humana, artesanos de la riqueza y complejidad de nuestra comunicación, y también los 7 principales sectores que el terapeuta akáshico indagará en el paciente.
Este plano existe porque la interrelación entre cuerpo, mente y espíritu está asegurada por nuestro campo bioenergético. Se desempeña como un lago en el medio del cual se encuentran tres islas, y asegura la circulación de la información entre ellos, como si fueran rollos de textos en botella que flotan.
Sabiendo cómo analizar este lago bioenergético individual, podremos descifrar todo lo que está pasando en cuerpo, mente y espíritu de la persona, o bien, qué está por suceder.
Toda vida de relación humana es un tejido de relaciones de poder. Enumerarlos, calificarlos y cuantificarlos da una visión de la maraña de presiones a las cuales una persona está sometida por su medio y a la cual somete a los demás, (empezando por su pareja, su familia, continuando por sus relaciones laborales y sociales en general).
Dentro mismo del ser, su pensamiento, sus emociones, su comportamiento, todas sus actitudes conscientes o no, todos ellos están sometidos a otras relaciones de poder. Ellas son resultado de la educación, las experiencias de vida, las presiones externas que tuvo que asimilar, sus crisis de adaptación: exitosas o fracasadas, su manejo de las energías… toda su vida está plasmada en las «mamuschkas» (capas energéticas que lo rodean y que cuentan su historia).
Al analizar esta red de relaciones de poder, el Terapeuta llegará a descubrir todos los círculos viciosos en los cuales nos encerramos, y podrá comprender de dónde proviene el estancamiento, cómo neutralizar los miedos a los cambios, cómo ayudar al paciente a renovarse, adaptarse, en síntesis, a asumir mejor su vida en general y de relación con los demás en particular. Indagar este plano equivale a considerar al hombre como una amalgama de elementos interrelacionados de manera lógica entre ellos… O mejor aún, como un software que un programador idealista intentó escribir, llamado «cuerpo angelical» y que otro programador con espíritu de Hacker quiso entorpecer, llamado «el cuerpo diabólico».
Todo ser humano es el resultado de estructuras preexistentes, así como el cuerpo es el producto de la estructura llamada código genético. Ocurre que la mente y el espíritu también obedecen a cierto código genético, y que todos los códigos genéticos, materiales o inmateriales, son copias de códigos existentes en los Registros. A estas estructuras, las llamaremos «inmanentes». Las estructuras «aferentes» son las que el ser humano intenta plasmar alrededor de él. Que nosotros intentemos repetir estructuras conocidas, por ejemplo las de una familia tradicional, o crear una estructura diferente, por ejemplo mediante parejas triangulares, comunidades sexuales o de cualquier tipo, estamos siempre intentando reproducir estructuras copiadas de los Registros.
Analizar desde la Terapia Akáshica cómo el hombre tiene tendencia a someterse a estructuras preexistentes que le son impuestas o por el contrario a imponer sus estructuras al mundo externo, contabilizar los recursos intelectuales, energéticos, estratégicos, perceptivos, conscientes o inconscientes, que va a emplear, da una idea clara de su grado de originalidad o de conformismo, de su probabilidad de rechazo por la comunidad o de su virulencia para modificarla. Los líderes, los guías, los que abren los caminos, o de lo contrario, los eternamente sometidos, los pasivos, las víctimas, aparecen rápidamente diferenciados durante el análisis. Cada categoría conlleva problemas característicos, y es cierto que la Terapia Akáshica tiene una gran facilidad para comprender los problemas de todo tipo de «Líderes» y para poder ayudarlos, tal como si fuera una «Clínica del Ejecutivo». La otra categoría tiene problemas diferentes, donde predomina el aprendizaje de las vías de acceso a los grandes recursos energéticos. Los necesitan para su propia supervivencia y desarrollo. Obviamente, ningún Terapeuta se permitiría un juicio de valor sobre la pertenencia a una u otra categoría, lo importante es diferenciarlas para conocer la problemática propia de cada paciente. En general, ambas categorías coexisten en una misma persona.
En este plano lo material se transforma en mental y luego en espiritual (es decir que acelera sus vibraciones) mientras que lo espiritual y lo mental bajan lentamente al mundo material (frena sus vibraciones).
Esta conversión es obligatoria, es imagen de las fuerzas opuestas que recorren y estabilizan el universo, y también de los ciclos en los cuales se producen. La Tabla de Esmeralda, en el Kybalion, da una expresión muy concentrada de ello.
Es importante para el Terapeuta descubrir si se desarrollan armoniosamente o, de lo contrario, cómo se alteran estas conversiones. Desarrollarse con armonía significa encontrarse con una persona equilibrada, armoniosa, que da energía y felicidad alrededor de ella. Podemos imaginar lo que es su contrario.
Todo lo que perturba este plano se puede resumir dentro de cinco categorías expresadas en porcentaje:
– 1% de las perturbaciones son generadas por razones divinas y espirituales;
– 60% es generado por el mundo invisible, entendemos por la forma con la cual el ser
se relaciona con las energías inteligentes o no, del mundo inmaterial (hablamos de relaciones no humanas);
– 15% de las perturbaciones son originadas por el sujeto mismo;
– 3% es originado por sus relaciones con la madre (su progenitor real)
– 21% determinado por el funcionamiento bueno o malo de sus relaciones afectivas.
Trazar el mapa de este cuarto plano, es poder ofrecer al paciente un camino directo hacia la armonía interna, conociendo desde el principio los sectores de perturbaciones que tenemos que tratar con él.
Todo lo que ocurre en nuestro mundo visible es a la vez consecuencia de un hecho ocurrido en el mundo invisible y la causa de un acontecer que regresará al mundo invisible. La recíproca también se verifica.
Detectar cuáles seres invisibles, positivos o negativos, cuáles energías, inteligentes o no, también de doble polaridad, han intervenido en un trastorno eventual de un paciente, es garantizarle que no seremos engañados por los síntomas aparentes que manifiesta. Más fuerte todavía: no existe ninguna situación decisiva de nuestra vida que no sea un terreno de batalla para ángeles y demonios; el arte de la Magia Científica consiste en conocer sus nombres y apoyar el angelical con recursos de poderes especiales. Será un caso de consciencia para los profesionales, cuando en las próximas décadas podamos demostrar científicamente, la existencia de estos seres y energías, tan infinitesimales que la tecnología moderna no tiene ningún captador capaz de registrarlos, medir ni clasificar. La crisis de consciencia ocurrirá cuando recuerden la presenta afirmación: «los agresores invisibles, no se manifiestan de forma folclórica (tal como lo pronostican las películas del género o los escritores relacionados), sino simulando trastornos mentales o generando enfermedades físicas.» Cuando un profesional, de toda buena fe, desde los estudios que cursó, diagnostica enfermedades físicas o mentales, probablemente tiene razón en cuanto a la manifestación aparente, aun más si esta respaldado por exámenes clínicos, pero si en la búsqueda etiológica, es decir en la investigación sobre las causas, no incluye todos los ejes que requiere la holística, habrá sacrificado la verdad sobre el altar del orgullo científico. Peor aún. No solo los seres y energías negativas del mundo invisible se manifiestan en forma negativa, simulando patologías diversas… sino también muchos de los positivos pueden hacerlo para atraer la atención del sujeto. La capacidad que tiene el terapeuta akáshico de analizar este plano, sin riesgos, le permite encontrar causas reales, y trabajar en sanearlas, si bien dichas patologías pueden haber resistido los tratamientos clásicos.
El futuro preciso y detallado no está escrito en los Registros Akáshicos, sino todas las tendencias posibles que los humanos pueden elegir, para provocarlo. La elección de tal o cual tendencia es producto del uso del libre albedrío, y es precisamente lo que registra y evalúa nuestro anillo de alfomega, anteriormente citado; así se explica el motivo de la encarnación terrenal/escuela espiritual.
Los Registros Akáshicos existen en un mundo intemporal. Es nuestra consciencia neuronal la responsable de haber creado la división pasado/presente/futuro, por estar sometida a las consecuencias de los ciclos en su mundo tridimensional. Los Registros no son sometidos a ellas, sino que contienen la inteligencia de dichos ciclos, son su esencia.
El ter. ak., analizando este sexto plano de la realidad del paciente, puede adoptar una actitud predictiva, con la condición de que la exprese en tendencias y porcentajes de probabilidad. En realidad la tasa de incertidumbre de la futurología es inversamente proporcional al tiempo observado y a la cantidad de gente que interactúa.
Sin entrar en el debate de la definición de lo divino, hay una acepción universal, considerándola como la inteligencia más alta, causa de todo lo que existe. El ter. ak. no tiene que tomar posición sobre lo que es Dios o lo Divino. Lo que sí es de su ámbito, se resume en esta lista:
– la misión espiritual de cada persona;
– el gran ¿Por qué? de las catástrofes o maravillas que nos ocurren;
– y los planos de Dios mismo, es decir las intenciones que la inteligencia más alta del universo nos reserva.
Son los conocimientos accesibles a un cierto nivel de percepción, (llamado el 3er nivel), de quienes utilizan las máquinas de acceso a los Registros. No siempre es fácil, ni permitido, ni cómodo, acceder a este séptimo plano; pero cuando accedemos a él, comprendemos lo imposible, y ayudamos enormemente al paciente. En este séptimo plano se encuentran también todas las informaciones intermediarias sobre:
– el karma: lista de aprendizajes que nos queda por hacer, desgraciadamente en forma dolorosa.
– las vidas pasadas: que son una gran fuente de enfermedades y problemas en la vida presente. En efecto muchos –sino todos- hemos trabajado en algún momento con seres negativos, del mundo ocultista. Muchos han creado o colaborado con egrégores, con demonios, llámenlos como quieran. Estos seres nos perdieron el rastro cuando reencarnamos, pero cuando nuestra consciencia visita una vida pasada, ellos nos pueden identificar y reempezar a acosarnos en la presente encarnación. Este explica por qué la T. Ak. no aconseja enseñar a los pacientes a regresar ellos mismos a sus vidas pasadas, sino hacerlo por un intermediario. El Terapeuta puede visitar y seleccionar las mejores fuentes de espiritualismo y de conocimientos de las vidas pasadas del paciente, evitando las peores.
– incumplimiento de misión espiritual: cuya consecuencia es permitir a las inteligencia de este nivel recordarnos la necesidad de cumplimiento, creándonos situaciones catastróficas cuya única salida corresponde, precisamente, al objeto de la misión.
– errores de comportamiento espiritual: generando castigo.
– actos de magia negra, conscientes o no, generando un retorno de la balanza cósmica.
Poder incluir este séptimo plano en su diagnóstico permite al Terapeuta tener una visión holística más integral, puesta al servicio del paciente.
Fuente: Libro “Terapia Akáshica“
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